Niñez

 

Todo niño está inserto en un contexto familiar y en un entorno social, que contribuyen a su subjetivación. Pensado de esta manera se amplían las herramientas para entenderlo, acompañarlo o ayudarlo.

Este entramado que lo rodea puede ser muy rígido y obstaculizar la emergencia de su singularidad, impidiendo un funcionamiento autónomo. En cambio, en otros casos, la trama es tan laxa que lo deja sin el sostén necesario quedando expuesto al desamparo.

Existe una gran carencia de presencia afectiva contenedora y acompañante. Las múltiples ocupaciones de los adultos a cargo de los niños, las exigencias de la vida actual con la mira puesta en el éxito, en el consumo y en una gran conexión tecnológica, favorecen a relaciones cada vez más simétricas que lo dejan desprotegido.

A veces los problemas que presentan los niños, son la expresión de un conjunto familiar que no puede tramitar sus conflictos y que exceden las posibilidades psíquicas del niño para modificarlos. Pueden ser problemas de la pareja de padres, o situaciones traumáticas que no han podido resolverse a los largo de varias generaciones. Estos se manifiestan en una variedad de síntomas y manifestaciones como temores, dificultades para socializar, conductas expresadas a través del cuerpo de manera violenta (hacia otros o hacia sí mismo), trastornos de la alimentación o recurrencia de enfermedades.

El ámbito escolar es otro espacio en el que el niño comparte su vida cotidiana, interactúa con su compañeros y figuras de autoridad. Poder analizar las dificultades observando el modo en que se articulan todos los que integran el grupo, que a su vez forma parte de un contexto institucional, abre diversas formas para poder pensar y abordar las problemáticas.

La terapia vincular ayuda a pensar cómo cada uno se posiciona, sosteniendo con su actividad o pasividad la conformación de la escena. A modo de un puzzle, la variación de algún elemento condiciona la variación de la totalidad.

 

Adolescencia

 

Durante la adolescencia hay una búsqueda activa de un grupo de pares como un modo de ayudarse en el desprendimiento del amparo familiar. Es una etapa de desestructuración para reestructurarse y acceder a la madurez. Esta etapa de tránsito está inmersa en numerosos duelos que hace más vulnerables a los jóvenes.

Lo que en general se observa es que a mayor desamparo y carencia de propios recursos internos, los adolescentes buscan grupos con características omnipotentes y a veces fanatizados, en un intento de cubrir, de algún modo, su fragilidad y desamparo.

El cuerpo crece, se transforma y esto genera inquietudes. Las vivencias de pérdidas pueden incidir en la búsqueda de un cuerpo perfecto, siempre inalcanzable, atravesado por una pregnancia de la imagen y superficialidad en los vínculos, modos sostenidos socialmente.

Ayudar a pensar en abordajes grupales, ofreciendo la posibilidad de un vínculo humano real, puede ser de gran utilidad para los jóvenes. Hay momentos que naturalmente se prestan para este recurso, el cambio de una escolaridad primaria a la secundaria y la elección de una carrera, en donde más allá de la consideración de lo propio, el grupo ofrece un valioso espacio de elaboración. Los dispositivos que pueden utilizarse desde el enfoque vincular son:

 

  • Grupos terapéuticos
  • Talleres sobre temas específicos
  • Terapia Familiar
  • Talleres organizados en instituciones escolares
  • Cursos de capacitación para profesionales que trabajan con adolescentes.

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