Por: Lic. Paula Corso

“Eyes Wide Shut” (Ojos bien cerrados) es una película del año 1999 del director Stanley Kubrick, protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman.
William Harford es un respetable médico neoyorquino cuya vida parece ir muy bien: está casado con una preciosa mujer, tiene una hija y un trabajo que le gusta. Pero, al día siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice le habla de unas fantasías eróticas y de cómo estuvo a punto de romper su matrimonio por un desconocido. Abrumado por esta confesión, acaba entrando en un local, donde un antiguo compañero le habla de una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites. A partir de entonces un mundo dominado por el sexo y el erotismo se abre ante él que roza todo el tiempo el límite entre la realidad, las fantasías y los sueños.
Está basada en la novela “Relato soñado” de escrita en 1926 por Arthur Schnitzler. dramaturgo vienés contemporáneo de Freud, quien apreciaba la obra de Schnitzler pero este consideraba que la teoría freudiana de las pulsiones y el complejo de Edipo eran teorías rígidas, basadas en casos particulares y no generalizables.
Pero sobre todo, no le agradaba la afición de los psicoanalistas vieneses a interpretar motivaciones inconscientes para la creación de sus personajes de ficción. Prefería ser juzgado con criterios estrictamente literarios.
Freud, en su escrito “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” de 1908, afirma que hay un nexo entre la nerviosidad creciente y la vida cultural moderna. Las pulsiones sexuales aportan enormes volúmenes de fuerza que pueden desplazar su meta sin sufrir un menoscabo a través de la sublimación pero que cierta medida de satisfacción directa es indispensable para la ganancia de placer individual. Las demandas culturales de una sociedad que sostiene la doble moral y el endiosamiento de la monogamia y la sexualidad al servicio de la reproducción dificultan la ganancia de placer . La cultura con sus prohibiciones favorece las desviaciones perversas rompen el vínculo amoroso y obturan la capacidad de amar.
La propuesta, en la escena final del film, que Kidman le hace a Cruise sintetiza esta hipótesis freudiana.
Gran película sin dudas para disfrutar de la estética y precisión técnica de la obra póstuma del genial Stanley Kubrick.
Lic. Paula Corso
Presidenta de la APPFG de Mendoza