por Lic. Vanina Trentacoste


Tengo que amarte amor

Tengo que amarte

Aunque esta herida duela como dos

Aunque te busque y no te encuentre

Y aunque la noche pase y yo te tenga

Y no.

Mario Benedetti

 

¿Qué une a dos personas? ¿Cómo se conforma el vínculo de pareja? Cuál es el proceso de encuentro y cómo aparece el desencuentro. ¿De qué se trata la terapia psicoanalítica vincular para parejas?

 

La pareja: conceptos y definiciones

Desde nuestro marco teórico psicoanalítico vincular consideramos que:

“Una pareja es una entidad psíquica que liga a dos personas mediante un vínculo  intersubjetivo inconsciente que contiene sus psiquis en una envoltura común.”

Los funcionamientos psíquicos en la pareja están determinados por los funcionamientos individuales y también por los intercambios y condicionamientos recíprocos, conscientes y no conscientes. La relación constituye un plus no sólo explicable por las individualidades en juego.

René Kaës afirma: “el acoplamiento implica que algunas funciones psíquicas se vean inhibidas o reducidas y que otras en cambio resulten electivamente movilizadas, manifestadas y transformadas.”1

Importan los funcionamientos que se activan en el “entre”, o sea  recíprocamente. Si bien no hay una mente de la pareja,  sí se construye un espacio de influencia o interdeterminación psíquica consciente e inconsciente. Entonces lo que se analiza es al miembro de la pareja en su pertenencia a ese vínculo intersubjetivo.

Lo intersubjetivo se constituye en los intercambios entre los partenaires, y sus funcionamientos adquieren características en virtud de la relación entre dos personas enlazadas de modo tal que la participación de uno modifica y redefine la participación del otro, construyendo un funcionamiento que, en consecuencia, no puede ser entendido considerando a un solo participante. El intercambio transforma las subjetividades de ambos participantes.

Construcción del vínculo pareja

Esta novela conjunta está atravesada por distintos contextos:

  • Macrofamiliar: familias de origen
  • Microfamiliar: los hijos junto a la pareja
  • Socio cultural: mandatos y costumbres de la comunidad a la que pertenecen.

La construcción del vínculo pareja tiene que ver con la elección mutua, donde ese otro es erotizado y erotiza. Se dice que el motor del encuentro entre dos es el desvalimiento originario,  que se reedita a lo largo de la vida.  Uno le atribuye al otro un poder de otorgarle placer pero también  sufrimiento.

Cuando se produce esa investidura mutua aparece el hito del encuentro, ese momento de idealización que encubre la futura desilusión. Ese acto de encuentro está caracterizado por la mutua investidura; el corte con  figuras primordiales y parejas anteriores. También aparece este momento caracterizado por el peso de la mirada de los otros que los reconocen como pareja.

La historia de la pareja se teje en la búsqueda de un otro que  valide,  que estime y otorgue  identidad y apoyo narcisista. Esto le da su carácter de dependencia y exigencia al vínculo, que se construye desde lo más infantil y regresivo que tenemos en tanto humanos.

Los parámetros para definir una pareja son el proyecto vital compartido, la vida sexual, la cotidianidad y la tendencia monogámica. Áreas de satisfacción y también de conflictos. La estructura de pareja trae consigo la condición de disolución pues no es un vínculo consanguíneo, y por ello requiere de un trabajo constante para no caer en el aburrimiento y desvitalización de la relación.

Se trata de “cómo ser uno mismo con el otro” para construir una relación simétrica. Es un escenario propicio para lo novedoso, pero también para la repetición de situaciones arcaicas vividas en otros vínculos significativos. Las fibras elementales del vínculo son la solidaridad material, la comodidad, la seguridad y el apoyo. Estos hilos dan la posibilidad de una complicidad, pero también puede aparecer su contracara: la rivalidad.

Podemos pensar como fuentes de conflicto: el aburrimiento, el reproche y la necesidad constante de negociar. El rol del conflicto puede ser, en el mejor de los casos, la diferenciación y el crecimiento del vínculo como entidad psíquica madura y perenne, teniendo como alertas rojas la violencia y la repetición.

 

Dispositivo terapéutico: características y objetivos

La terapia psicoanalítica de pareja se utiliza como camino para alcanzar el cambio psíquico, mediante el conocimiento tanto de sí mismo como de los funcionamientos psíquicos del partenaire y del vínculo. La terapia no es directiva ni propone que la pareja se adecúe a ningún modelo de funcionamiento, ni tiene como objetivo “salvarla” pareja de su disolución. Se busca promover el crecimiento mental de sus integrantes en el sentido que propicia el más pertinente funcionamiento para esa relación.

La clave central para decidir qué tipo de tratamiento proponer varía si es uno individual o de pareja. Entonces se establecen los pesos relativos de lo intersubjetivo y de lo intrasubjetivo en la problemática en juego. Dicho de una manera más coloquial; si se trata de problemas en uno, de ambos, o de problemas entre ellos. Lo que sucede “entre” las personas es diferente de lo que sucede “en” las personas.

Una explicación de esto último es que en el encuadre individual  no se pueden sintonizar en toda su complejidad los funcionamientos intersubjetivos en la pareja, y sólo la presencia del otro, con el consiguiente despliegue de intercambios (que no aparecen en la sesión individual), permite una elaboración de los conflictos vinculares.

Las nuevas formas de pareja y familia que se multiplican en la sociedad contemporánea y el tembladeral en que están como las referencias culturales y éticas, plantean al analista interrogantes difíciles cuando se nos pide ayuda para proyectos novedosos en la historia de la humanidad.

Las categorías de salud o enfermedad no sirven para trabajar con el vínculo de pareja, porque, como decía Stoller “en el terreno del amor somos todos anormales”2 y estas categorías con frecuencia no se diferencian demasiado de las convenciones sociales.

 

Brújulas

Frente a una consulta en relación a proyectos atípicos para formar pareja o familia, engendrar u adoptar, a mi juicio la primera evaluación debe referirse al tipo de destructividad operante en los miembros y en la trama de la pareja. Esto tiene más importancia que si son homosexuales o heterosexuales, si quieren tener hijos con técnicas estrafalarias, si conviven o no, etcétera.

Otro funcionamiento que sirve de brújula es el registro que opera en ellos de la subjetividad ajena: en cuánto y cómo el otro es considerado como un ente subjetivo en el que se reconocen y respetan deseos, sentimientos y funcionamientos diferentes y autónomos. Si el registro del otro como ente subjetivo y autónomo está ausente, seguramente el futuro del vínculo no saldrá de los límites de la perversión y/o funcionamientos altamente regresivos.

La función del analista en el dispositivo pareja es amparar, favorecer la regresión para que aparezcan los cimientos de la ilusión, consolidar la pertenencia si es favorable. También es imprescindible sostener una escucha amplia, continente y hospitalaria. Desde esta perspectiva consideramos necesario evitar prescripciones o actitudes pedagógicas.  

Se propone un espacio para pensar juntos los conflictos, teniendo en cuenta el caso en particular y las situaciones de riesgo que involucren a alguno de los miembros de la pareja o a sus hijos pequeños.

La cuestión ética entra en juego y de ahí la importancia de trabajar en casos complejos  de modo interdisciplinario, o supervisando el trabajo con colegas.

 

Fuentes: 1Kaes, Rene. (1994). » A propos du groupe interne, du group, du sujet, Julien et du porte – voz chez Pichon -Riviere. Revue de PSycoterapie Psycohanalitique de Groupe, nº 23. Psichoanalytique et psichologie sociale. Hommage a E. Pichon Riviere. Tholouse, ERES, pp 181-200.

2Stoller, P. (1997). «Sensuos Scholarship. Contemorary Etnoghraphy». University of Pensylvania Press. p. 25.

Spivacow Miguel Alejo. (2011). «La pareja en conflicto. Aportes psicoanalíticos». Buenos Aires. Paidós.