Hace más de treinta años, un grupo de psicoanalistas, psicólogos y trabajadoras sociales de Mendoza se conformaron como grupo de estudio, motivados por el interés en los abordajes grupales.  De a poco, algunos que estábamos comenzando a trabajar en nuestra profesión, nos fuimos incorporando. Empezamos a participar de los grupos de discusión por dos motivos: por nuestro interés en el psicoanálisis y a su vez para encontrar herramientas que nos ayudara en las entrevistas con parejas, con familias y para acercarnos a comprender los fenómenos grupales.

Luego de un tiempo el grupo fundador de Mendoza, empezó a tomar contacto con psicoanalistas de Buenos Aires dedicados a los grupos, y así terminamos siendo filial de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo de Buenos Aires. Se empezaron a hacer Jornadas en Mendoza, a las que asistieron Isidoro Berenstein que nos traía sus primeras conceptualizaciones de familia, Janine Puget que nos presentaba una mirada psicoanalítica de las parejas y otros analistas que nos iniciaron en el abordaje grupal. Se empezó la formación de postgrado en Mendoza, siguiendo el modelo de Buenos Aires. Periódicamente venía algún profesional de Buenos Aires de la AAPPG. Así empezó a venir Marcos Bernard, quien no sólo nos introducía en la comprensión de los grupos, sino que posteriormente nos ayudó con mucha generosidad en nuestra posterior organización institucional.

Con el tiempo tuvimos una sede y empezaron a sumarse otros colegas interesados en la formación. Pero el crecimiento no estuvo exento de dificultades. Estábamos abordando temas nuevos desde el psicoanálisis y con ello expuestos a cuestionamientos de la validez de nuestros enfoques, no sólo desde colegas externos a la institución, sino que también había un cuestionamiento interno.

Como grupo que éramos, empezaron a aparecer inevitablemente fenómenos grupales, las diferencias empezaron a generar turbulencias y no teníamos normas claras y definidas para resolver los inconvenientes. Fue surgiendo la necesidad de un reglamento. Así algunos liderados por Nora Quiroga, socia fundadora de nuestra institución, quien ya había pasado por esta experiencia en la fundación de la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza, creó los primeros estatutos. Esto permitió que nos conformáramos como Institución con personería jurídica propia, declarando nuestra independencia de la AAPPG de Buenos Aires, de quienes dejamos de ser filial. Nos pusimos un nombre: Asociación de Psicoanálisis de Pareja, Familia y Grupo. Esta denominación no fue tolerada por algunos, que estimaban en ese momento que no podía denominarse la terapia vincular “psicoanálisis”, razón por la cual decidieron dejar de estar en nuestro espacio.

Como dice Kaës, la situación de grupo desde el plano emocional es un encuentro intenso con varios sujetos, y cuando lo emocional más primitivo pasa a primer plano pueden aparecer situaciones de desborde. Así fue…Pero nuestro crecimiento continuó, nos constituimos como asociación y con ello aparecieron numerosos desafíos. En esas circunstancias contamos con la ayuda y colaboración de colegas de Buenos aires, con Jornadas teóricas, supervisiones, grupo de reflexión. Así nos acompañaron además de Marcos Bernard, de Janine Puget e  Isidoro Berestein, otros colegas de la AAPPG como Marina Selvatici, Cristina Rojas, Juana Gutman, Silvia Gomel, Mirta Segoviano, Sara Moscona, Elena Berflein, Ricardo Gaspari , Cielo Rolfo  y más recientemente Miguel Spivacow y Daniel Waisbrot.

La presencia de normas y diferencias, entre ellas teóricas, se fueron  profundizando y surgió el primer desborde. Casi la mitad de los miembros se aleja y crea otro grupo de estudio dedicado al estudio de Lacan. Con ellos se fueron referentes importantes y una sombra de desvaloración cayó en los que quedaron y siguieron con la empresa de continuar con la institución. Pero pudimos seguir adelante y a nivel nacional formamos parte de la Federación argentina de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, junto con otras provincias. En Mendoza fuimos sede de la federación en dos oportunidades y realizamos dos jornadas con una convocatoria importante.

Quizás esa marca inicial de escisión, de diferentes maneras se volvió a repetir en la historia. El funcionamiento entre pares, no fue fácil de sostener, pero a su vez fue aquello que nos permitió seguir adelante.

Con el tiempo, formamos parte también de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia. Alli empezó un intercambio productivo con Ezequiel Jaroslavsky y nuestro vínculo con colegas de diversos países.

En este recorrido, una mención especial merece Mario Lázzaro, querido y excelente colega, quien siempre nos acompañó en todas las vicisitudes de nuestro devenir institucional y a quien recordamos con mucho cariño.

El tiempo fue pasando, recientemente cambiamos nuestro logo, nuestra sede. Quizás esto da cuenta de una renovación generacional, con colegas jóvenes que incorporan nuevas ideas, tecnología, nueva estética, proyectos, entusiasmo. Así con continuidades y discontinuidades transcurre nuestra historia que se ve enriquecida por la participación en la actualidad de diferentes generaciones.